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7 palabras intraducibles sobre el campo procedentes de todo el mundo

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Cuando el lenguaje no basta, la arquitectura escucha.

El poder de las palabras intraducibles

Algunas culturas inventan palabras para describir lugares que otras apenas perciben: umbrales que te hacen ralentizar el paso, habitaciones que te enseñan la hospitalidad o un lugar «perdido» que aún llevas en tu corazón. La UNESCO denomina «patrimonio cultural inmaterial» a este tejido de prácticas y significados vivos, que incluye las formas en que las personas utilizan y perciben los lugares: lo que construimos, cómo nos reunimos, dónde lloramos nuestras pérdidas o celebramos nuestras alegrías. Al escuchar estas palabras, los arquitectos adquieren una perspectiva más aguda de la experiencia humana que deben albergar sus edificios.

¿Por qué los arquitectos deben darle importancia?

Una palabra puede resumir un programa. Por ejemplo, la palabra «Meclis» hace referencia a una sala social utilizada en la región del Golfo para recibir invitados, celebrar consultas y organizar ceremonias comunitarias; en un solo nombre se esconde un claro propósito espacial. Diseñar teniendo en cuenta el Meclis significa planificar la disposición de los asientos, el ritual del café, la amplia entrada y la visibilidad social. Este tipo de precisión semántica es un atajo hacia la competencia cultural.

¿Cómo influye la semántica cultural en el pensamiento orientado al diseño?

El lenguaje puede indicar la lógica espacial (como en japonés ma —espacio significativo—) o elementos estructurales específicos (como en engawa —pasillo de entrada-porche—). Aprender estos términos abre el camino a movimientos de diseño: convertir las pausas en coreografías, engrosar los umbrales y dotar a los bordes de una nueva vida social.

1. «Hiraeth» (galés): nostalgia por un lugar perdido.

La nostalgia espacial como concepto de diseño

Hiraeth es más que nostalgia por la patria; es un anhelo sensible por un hogar, un tiempo o un sentimiento que ya no existe o que tal vez nunca existió. Piensa en ello como una brújula emocional que te indica «el lugar al que perteneces», aunque el mapa haya cambiado. Como lente de diseño, hiraeth invita a los arquitectos a trabajar no solo con la forma y la función, sino también con la memoria y la ausencia; se pregunta cómo los edificios pueden transmitir historias, rituales, texturas y sonidos que den a las personas la sensación de «haber vuelto».

En psicología ambiental, esto se sitúa en el centro del concepto de «apego al lugar»: la conexión entre las personas y los lugares se configura por quiénes somos, qué hacemos allí y las cualidades del propio lugar. El marco de Scannell y Gifford (persona-proceso-lugar) resulta especialmente útil: recuerda a los diseñadores que el sentido de pertenencia proviene de la identidad y la memoria (persona), las emociones y el significado (proceso) y las características físicas y el entorno (lugar). Diseñar para el hiraeth significa tener en cuenta estos tres aspectos.

Hiraeth coincide con el concepto de patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO: tradiciones vivas, rituales y significados, así como los «espacios culturales» que los albergan. Se trata de una pista práctica: la arquitectura puede preservar no solo la estructura, sino también la vida social que da alma a un lugar. Patios para cantar, porches para saludarse, cocinas para tomar el té en compañía… Son los pilares que mantienen vivos los recuerdos.

Respuestas arquitectónicas al desplazamiento

Cuando las personas se trasladan por voluntad propia o por la fuerza, sus vínculos con el lugar pueden debilitarse. Las investigaciones demuestran que los entornos cuidadosamente diseñados ayudan a reconstruir el apego y el bienestar: los materiales familiares, los espacios públicos transitables y los entornos adecuados para el contacto diario fomentan el sentido de pertenencia. Para los refugiados y los migrantes, incluso los espacios pequeños y comprensibles para reunirse, rezar, cocinar y disfrutar de zonas verdes pueden acelerar el proceso de transición del refugio a la comunidad.

Las estrategias de diseño que honran a Hiraeth son concretas y repetibles:

  • Conserve las huellas. Conserve elementos como muros antiguos, hileras de árboles o diseños en el suelo, para que la memoria tenga algo a lo que aferrarse. Las guías patrimoniales, como la Carta de Burra, reconocen tanto el valor social y espiritual como el de los ladrillos y las piedras.
  • Rituales del programa. Cree espacios para actividades repetitivas (domingo, oración, hora del té, música). Estos ritmos añaden nuevas vidas a las identidades antiguas.
  • Diseño para conectar. La psicología ambiental relaciona los contactos cotidianos, como sentarse, reunirse o caminar, con vínculos más fuertes; los espacios verdes y públicos son fundamentales en este sentido.

Incluso en entornos temporales, es importante contar con regulaciones respetables y una «sensación de hogar». Las investigaciones sobre el diseño de campamentos defienden la importancia de los espacios que pueden evolucionar hacia la permanencia o una rutina significativa, en lugar de una temporalidad infinita.

Estudios de casos: Diseño para el rendimiento emocional

Yr Ysgwrn (Trawsfynydd, Gales). La casa de campo del poeta Hedd Wyn, con sus muebles, su chimenea y su disposición interior, se conserva casi intacta tal y como era en 1917, lo que permite a los visitantes «viajar en el tiempo». La casa, que conserva la esencia de la vida rural, se ha convertido en un vehículo de la memoria colectiva y el dolor, un ejemplo silencioso de hiraeth. La tradición de «mantener la puerta abierta» de este lugar pone de relieve cómo la hospitalidad y la continuidad pueden integrarse en la gestión del patrimonio.

Iglesias galesas en la Patagonia (Gaiman y Trelew, Argentina). En Y Wladfa, los colonos galeses reprodujeron la tipología de las iglesias utilizando piedra y madera locales, y mantuvieron rituales culturales como el Eisteddfod y las tertulias sociales. La arquitectura aquí es un puente: las formas no conformistas familiares se adaptaron a un nuevo paisaje, creando lugares donde la lengua, el canto y la reunión podían echar raíces y donde los nietos aún podían sentir un vínculo vivo con Gales.

Vista frontal de la antigua iglesia bautista situada en la localidad de Gaiman, en la provincia argentina de Chubut.

Jardín conmemorativo nacional de los accidentes mineros de Senghenydd (Caerphilly, Gales). Este espacio conmemorativo, reconocido oficialmente en marzo de 2024 como Jardín conmemorativo nacional de los accidentes mineros de Gales, transforma las pérdidas en caminos, nombres y señales. Este jardín conmemorativo, que ofrece un lugar de retorno donde las familias y las comunidades pueden volver a visitar sus recuerdos de trabajo, solidaridad y dolor, muestra cómo los espacios públicos pueden albergar con dignidad el sentimiento de hiraeth de una nación.

2. «Ma» (japonés): Espacio

La presencia del vacío en la arquitectura japonesa

Ma (間) no es un espacio vacío que hay que llenar, sino un intervalo vivo: la pausa perceptible entre los objetos, el «espacio-tiempo» que da aliento a la forma. En el arte y la arquitectura japoneses, ma enmarca la atención: un hueco en la pared, un patio silencioso, la quietud previa al movimiento. Esta idea entró en el discurso global del diseño con la exposición «Ma: Espacio-tiempo en Japón» de Arata Isozaki, que supuso un punto de inflexión. La exposición mostró cómo la pintura, el teatro, la música, los jardines y la arquitectura crean una coreografía de significado a partir de los intervalos más que de los objetos.

Lo importante es que ma sea relacional. Esto se debe a cómo los elementos se enfrentan entre sí y se miden unos a otros: poste a poste, escalón a escalón, respiración a respiración. La carpintería tradicional convierte esta relación en estructura: la distancia entre las columnas (hashira-ma) se convierte en la unidad básica de una casa y se lee como ken (señor). En este sentido, «nada» es en realidad una proporción precisa que determina el ritmo, la apariencia y la tranquilidad.

El uso de «Ma» en la planificación de espacios modernos

No consideres ma como una metáfora, sino como una herramienta de diseño. Tres pasos prácticos:

  1. Diseñe las pausas. Añada deliberadamente «espacios para respirar» a los planos: patios delante de los vestíbulos, nichos a lo largo de los pasillos y pequeños conjuntos exteriores que ralentizan la llegada. Estos espacios ajustados hacen que orientarse sea intuitivo y proporcionan momentos para orientarse y disfrutar (luz, vistas, bancos, brisa). El discurso contemporáneo enmarca el ma como la relación entre el tiempo, el espacio y las personas que se establece a través de la creación de lugares; utilícelo para organizar de la misma manera los umbrales urbanos y los espacios interiores.
  2. No endurezca los bordes de las capas. En lugar de una sola pared gruesa, utilice capas ajustables (cortinas, persianas, puertas correderas) para regular la privacidad, la ventilación y la luz a lo largo del día. Esto permite que los espacios se amplíen o se reduzcan con el tiempo, manteniendo el espacio no como un límite fijo, sino como un elemento variable. Los artículos y exposiciones escritos sobre ma enfatizan tanto la geometría espacial como esta cualidad temporal.
  3. Programa el espacio intermedio. Asigna una función a los espacios «sobrantes»: un asiento en un nicho, un rincón para tomar el té junto a la ventana, un paseo sombreado que también permita la interacción social. Cuando el espacio intermedio alberga una actividad real, ma se convierte en público: las personas se reúnen, pasan el tiempo y aceptan el ritmo del edificio como si fuera suyo. Las investigaciones y tesis sobre ma en contextos contemporáneos defienden precisamente esto: el espacio vacío como anfitrión de flujos y encuentros.

Lecciones que se pueden aprender del diseño tradicional japonés

En las casas con postes y vigas, el espacio entre los pilares crea una división repetitiva (ken) que organiza las habitaciones, la vista y el movimiento. En las aplicaciones japonesas, el espacio se mide en tsubo (un cuadrado ken), mientras que la disposición de las habitaciones se realiza según la disposición de los tatamis. Esto demuestra que, además de los objetos, las proporciones y los espacios también estructuran la vida. Utilice divisiones coherentes para crear un ritmo legible; deje algunas divisiones abiertas para que el ritmo respire (doble altura, patio).

Engawa —una estrecha terraza que se extiende hacia el jardín— convierte el borde en un espacio habitable para sentarse, saludar y observar la lluvia. Hoy en día, esto se puede interpretar como profundos salientes, galerías similares a porches y pasillos exteriores que suavizan el clima e invitan a encuentros fortuitos.

Las salas de té, los escenarios de Noh y los caminos del jardín conforman las secuencias del guion: comprimir, soltar, girar, revelar. Esta dramaturgia se puede aplicar a clínicas, escuelas y lugares de trabajo: pasillos cortos y estrechos antes de llegar a espacios comunes luminosos, vestíbulos silenciosos para resetear el estado de ánimo, paisajes enmarcados que merecen dar unos pasos más. Las exposiciones «Ma: Espacio-tiempo en Japón» hicieron visible esta lógica interdisciplinar; los arquitectos pueden aprovecharla.

3. «Gezelligheid» (holandés): Compañerismo acogedor en el espacio.

Crear un ambiente cálido en espacios compartidos

Gezelligheid es una palabra clave cultural en neerlandés que significa «calidez compartida», «amabilidad», «comodidad» y «facilidad en las relaciones sociales», y etimológicamente deriva de la palabra gezel («amigo»). No se trata solo de un ambiente interior, sino de una atmósfera social que las personas crean activamente juntas. El lingüista Bert Peeters define la palabra gezellig como una palabra rica en cultura y difícil de traducir, y muestra cómo esta palabra expresa los lugares y momentos en los que las personas quieren estar, quieren hacer cosas juntas y tienen la sensación de que «aquí no pueden pasar cosas malas». Este marco constituye un poderoso resumen de diseño para la hospitalidad y los espacios interiores públicos.

Un ejemplo clásico es el bruin café (café marrón) de los Países Bajos: salas pequeñas, madera desgastada, luz de velas y mesas cercanas entre sí que fomentan la conversación con amigos y desconocidos. La paleta de materiales y la iluminación —madera oscura, techos manchados de tabaco, lámparas suaves y de baja intensidad— crean deliberadamente un ambiente social que convierte la conversación en algo «programático». Las guías de viaje y culturales asocian constantemente estos cafés con la sensación de gezelligheid.

Peeters también destaca gezellige drukte —«un ajetreo agradable»— como una característica: un número suficiente de personas, riesgos bajos y un ritmo relajado. El diseño puede poner en escena este ajetreo a través de la escala (habitaciones pequeñas), la permeabilidad (vistas a la calle) y los rituales (café a las 11, juegos de mesa en el bar). En otras palabras, la gezelligheid no es un estilo, sino un tipo de comportamiento que proporciona el espacio.

Elementos de diseño que promueven el bienestar social

Comencemos con tres preguntas extraídas de la definición de «gezellig» de Peeters: ¿La gente quiere estar aquí? ¿Pueden hacer cosas sencillas juntos? ¿La habitación transmite seguridad y comodidad? Convirtamos estas preguntas en características concretas: iluminación cálida y tenue a la altura de los ojos; materiales táctiles que amortiguan el sonido (madera, tela, corcho); mesas pequeñas colocadas lo suficientemente cerca como para poder oír las voces de los demás; y bordes que invitan a quedarse mucho tiempo: sillones junto a las ventanas, mostradores de bar y asientos cerca de las entradas.

Utilice el café marrón como un libro de patrones: las superficies de madera en capas, los rincones acogedores y las zonas de descanso informales proporcionan una legibilidad social instantánea. Mantenga los techos lo más modestos posible y permita que las piscinas de iluminación creen «islas» de conversación. Evite las superficies duras y reverberantes que dificultan la conversación. No se trata solo de una cuestión estética, sino de pistas ambientales que se mencionan una y otra vez al explicar por qué las cafeterías marrones transmiten tanta gezellig.

Programa el ambiente. Peeters muestra que la gezelligheid se desarrolla cuando las personas pueden hacer pequeñas cosas juntas durante un tiempo, como tomar una copa, jugar o escuchar una actuación sencilla. Añade rituales agradables al calendario (noches acústicas, cenas familiares, cafés en el barrio). En los carteles y las normas, prefiera las invitaciones a las instrucciones; la gezelligheid no nace del control, sino del consentimiento.

Urbanismo que tiene en cuenta la convivencia

A escala urbana, el diseño holandés del woonerf («calle de vida») aporta cordialidad a la movilidad. El woonerf, que surgió en los Países Bajos en los años 60 y 70, considera la calle como un espacio social común: velocidades muy bajas para los vehículos, aceras continuas, árboles y bancos en la calzada, prioridad para los peatones y los juegos. Las evaluaciones han demostrado que los accidentes han disminuido, la interacción social y los juegos infantiles han aumentado y la satisfacción de los residentes es alta; es decir, la calle se ha vuelto gezellig gracias a su diseño.

Los históricos hofjes (patios de casas de caridad) ofrecen otro modelo: pequeñas casas situadas alrededor de una zona verde tranquila, cerrada al tráfico pero abierta a la convivencia. El Begijnhof de Ámsterdam muestra cómo esta tipología crea «oasis urbanos», un espacio de tranquilidad semiprivado dentro de la ciudad donde se practica habitualmente la convivencia. Estudios contemporáneos y guías urbanas documentan por qué los hofjes han sido atractivos durante siglos y cómo siguen proporcionando bienestar social en la actualidad.

En conjunto, estos ejemplos concuerdan con la prueba semántica que Peeters realizó para definir la gezelligheid: la presencia humana, actividades sencillas y entornos que transmiten una sensación de seguridad y acogida. Ya sea una calle animada, un conjunto de patios o un bar iluminado con velas, diseña a pequeña escala, con bordes suaves y pensando en los rituales cotidianos; el ambiente se encargará del resto.

4. «Sobremesa» (español): Los que quedan después de la comida.

Diseño para momentos post-función

La palabra «sobremesa» se refiere al tiempo que se pasa en la mesa después de comer: charlas, bromas, el placer del silencio que sigue a la comida. Las autoridades lingüísticas españolas definen esta palabra como «el tiempo que se pasa en la mesa después de comer», lo que ofrece a los arquitectos un resumen perfecto: no solo diseñen la comida, sino también el momento posterior a ella.

Culturalmente, la sobremesa se inscribe en una ética de amistad mediterránea más amplia. La inclusión de la dieta mediterránea en la lista de la UNESCO celebra claramente la hospitalidad, las relaciones de vecindad y el hecho de comer juntos no solo como un menú, sino como una práctica cultural común. Diseñar para la sobremesa significa honrar este tiempo y espacio social que mantiene la conversación, el contacto visual y un ritmo tranquilo.

https://www.designboom.com/design/sobremesas-elongated-modular-table-system-communal-dining-peru-salazarsequeromedina-biau-02-23-2025/

Los datos sobre el uso del tiempo ayudan a explicar por qué estas áreas son importantes: los países del sur de Europa (incluida España) dedican más tiempo a comer y beber que otros países, lo que naturalmente prolonga el periodo «posterior». Teniendo en cuenta este hecho, cree disposiciones que no requieran una transformación inmediata y microespacios cerca de la mesa (un bufé para el café, un rincón con sillones para los abuelos, una pequeña zona de juegos para los niños), de modo que las personas puedan reorganizarse sin tener que marcharse.

Arquitectura que despierta el deseo de quedarse

En los espacios interiores, la tradición de investigación sobre el «entorno de servicio» demuestra que el entorno físico (iluminación, acústica, temperatura, disposición de los asientos) determina cuánto tiempo permanecerán las personas y cómo se sentirán durante ese tiempo. Las piscinas de luz cálida a la altura de la cara, la suave absorción del sonido y los cómodos asientos móviles son pequeñas decisiones que prolongan la estancia y facilitan la conversación.

Las pistas del entorno también son importantes. Los experimentos clásicos realizados sobre el tempo de la música de fondo han demostrado que los tempos más lentos prolongan el tiempo que los clientes permanecen en el local (y, en ocasiones, influyen en las ventas). Puede convertir esta información en listas de reproducción que ralenticen el tempo del local después del postre. El objetivo no es el consumo, sino que los clientes estén dispuestos a permanecer en el local.

Fuera del restaurante, las pruebas en los espacios públicos también muestran lo mismo. El estudio de campo realizado por William H. Whyte sobre las plazas reveló que las sillas sencillas y móviles aumentaban considerablemente el tiempo de permanencia y la interacción social. Esto se debe a que estas sillas ofrecen opciones a las personas: pasar del sol a la sombra, unirse a un pequeño grupo, acercar la silla para escuchar otra historia, etc. Se trata de la lógica de la sobremesa a escala urbana.

El valor cultural de los lugares que no tienen prisa

La sobremesa es importante desde el punto de vista social: es el lugar donde las familias se ponen de acuerdo, los amigos charlan y surgen las ideas. Los medios de comunicación españoles lo presentan habitualmente como una tradición determinante, incluso a veces lo proponen como patrimonio cultural, y los escritos latinoamericanos reflejan la misma práctica al otro lado del océano. Cuando los arquitectos diseñan una estancia en la que la gente «puede quedarse un rato», no solo añaden comodidad, sino que también conservan un ritual social vivo.

A escala urbana, los «terceros lugares» (cafés, bibliotecas, parques) son valiosos precisamente porque albergan esta convivencia sin prisas. Las interpretaciones contemporáneas señalan la necesidad de reconstruir estos espacios, que se han visto reducidos, para convertirlos en entornos accesibles, acogedores y sin presiones. Diseñar terrazas, plazas y cafeterías que primen la presencia sobre la eficiencia vuelve a conectar las ciudades con el placer de pasar el tiempo en ellas en la vida cotidiana.

La política puede ayudar o ser un obstáculo. Ciudades como Barcelona regulan activamente las terrazas de los cafés para lograr un equilibrio entre la comodidad de los vecinos y la vida en la calle; los empresarios a veces ejercen presión en sentido contrario e imponen restricciones horarias que reducen las horas de trabajo. Las buenas normas y el buen diseño buscan un término medio: horarios de trabajo claros y restricciones de ruido, pero con zonas de descanso cómodas y flexibles para que la cultura de la estancia continúe.

5. «Heimat» (alemán): Sentido de pertenencia a través del lugar.

Arquitectura e identidad

Heimat no solo significa «hogar». En alemán, combina los conceptos de lugar, memoria y pertenencia; generalmente se refiere a la región o el entorno en el que una persona ha echado raíces. Esta carga emocional se refleja claramente incluso en las entradas del diccionario: Heimat es el lugar donde una persona ha crecido o donde se siente como en casa por haber vivido allí de forma permanente. Para los diseñadores, esto significa que los edificios pueden ser algo más que un simple refugio, pueden reforzar la identidad.

Los historiadores muestran cómo Heimat ha moldeado la identidad alemana al conectar los elementos locales y nacionales. Celia Applegate sostiene que la «visión Heimat» no es una simple oposición a los extranjeros, sino que enfatiza las culturas regionales, mientras que Alon Confino explica cómo los alemanes imaginaban la nación a través de los vínculos locales, convirtiendo los paisajes rurales, los dialectos y las tradiciones en memoria nacional. Para los arquitectos, esto significa diseños que respetan los materiales y patrones regionales sin caricaturizarlos.

Este concepto es potente y flexible. Los académicos señalan que la ambigüedad del concepto facilita su uso en marketing o política, y que puede ser inclusivo o excluyente. Este dilema forma parte de los debates modernos en Alemania (incluso existió una función federal de «Heimat» en el Ministerio del Interior). Un buen diseño aborda el concepto de Heimat no como un obstáculo, sino como un elemento que invita a establecer vínculos inclusivos.

Reconstruir Heimat en contextos posconflicto

Tras la destrucción, algunos lugares pueden ayudar a las personas a regresar emocionalmente antes de hacerlo físicamente. La Frauenkirche, reconstruida en Dresde, es un ejemplo llamativo de ello: reconstruida en gran parte gracias a donaciones (1994-2005), esta iglesia es considerada por la iglesia y la ciudad como un símbolo de reconciliación y unidad europea. Su estructura, que combina piedras nuevas con las originales dañadas, hace visibles los recuerdos en lugar de borrarlos.

La cultura conmemorativa descentralizada de Alemania refuerza el sentido de pertenencia en la vida cotidiana. El proyecto Stolpersteine de Gunter Demnig marca las antiguas viviendas de las personas que sufrieron la persecución nazi con pequeñas «piedras tropiezo» de bronce colocadas en las aceras. Con más de 116 000 piedras en más de 1800 municipios, esta red convierte las calles en silenciosos archivos y permite a los residentes organizar ceremonias conmemorativas frente a sus puertas.

El Centro de Documentación sobre Desplazamiento, Exilio y Reconciliación de Berlín amplía su perspectiva desde una única nación a la experiencia humana común. Inaugurado en 2021, el centro narra las migraciones forzadas del siglo XX y la actualidad, y ofrece un espacio público para asimilar las pérdidas y reconstruir la confianza social. Estos son los componentes fundamentales de la Heimat posconflicto.

Diseño para la pertenencia multicultural

La Heimat contemporánea debe funcionar para ciudades plurales. Una respuesta arquitectónica es la House of One de Berlín: una sinagoga, una iglesia y una mezquita bajo un mismo techo, conectadas entre sí por una sala común central para el encuentro y el aprendizaje. El proyecto, diseñado por KUEHN MALVEZZI en colaboración con equipos estructurales como sbp y Arup, se asienta sobre los cimientos históricos de Petriplatz y vincula la nueva convivencia con la memoria urbana profunda. Se trata de un escenario espacial abierto para la pertenencia común.

La política urbana puede apoyar estos espacios. El programa federal alemán Soziale Stadt («Ciudad Social») invirtió durante veinte años en espacios públicos, centros comunitarios e infraestructura social de los barrios; desde 2020 se ha integrado en el programa Sozialer Zusammenhalt («Cohesión Social»). El objetivo es práctico: mejorar los entornos cotidianos donde se reúnen las personas (bibliotecas, patios, parques infantiles) para que los residentes de diferentes orígenes puedan establecer vínculos duraderos. Los arquitectos pueden participar en estos programas con diseños modestos, flexibles y creados en colaboración con las comunidades locales.

6. «Duende» (español): La profundidad emocional de un lugar.

Lugares que evocan lo sublime

En español, «duende» puede significar un encanto misterioso e indescriptible, una intensidad que se apodera de un momento o un lugar.

Federico García Lorca llevó este término aún más lejos: no se trata de habilidad o estilo, sino de una fuerza oscura y terrenal que da vida al arte, una lucha que trasciende la técnica. En cuanto a la arquitectura, pensemos en el duende como una carga palpable que nos transporta más allá de las palabras, gracias a la combinación de materiales, luz y silencio.

Esto se acerca a los límites de lo sublime: emociones que mezclan atracción e inquietud, lo que filósofos como Kant llamaban «placer a través del disgusto». En espacios que comprimen y liberan la luz, aumentan el contraste o se enfrentan a la muerte y la memoria, se percibe esta vibración.

La capilla de peregrinación de Ronchamp, con sus gruesos muros que se oponen a los rayos de luz, convierte una colina en un espacio revelador. La capilla Bruder Klaus Field de Zumthor es un espacio vacío de madera quemada recubierto de hormigón, con un ojo en el centro: crudo, solitario y extrañamente brillante. La Iglesia de la Luz de Ando es una cruz de luz natural tallada en el hormigón, una delicada simplicidad que agudiza los sentidos.

El flamenco, la forma de arte más relacionada con el duende, es reconocido por la UNESCO debido a la variedad de emociones que transmite, como la tristeza, la alegría, el miedo y la felicidad, y nos recuerda a los arquitectos que los rituales culturales nos enseñan cómo los espacios pueden albergar emociones profundas.

Importancia, Luz y Duende

La piedra angular de Peter Zumthor es la «atmósfera», un estado de ánimo intenso y especial que hace sentir la presencia de un edificio. La autenticidad del material es parte de ello: en Vals, 60 000 placas de cuarcita local, agua fresca y luz tenue te sumergen en un silencio pétreo; se trata tanto de un plano como de un escenario sensorial. En Bruder Klaus, el interior es, literalmente, el recuerdo del fuego: 112 troncos de árbol salidos de un molde de hormigón han ardido, dejando una cueva carbonizada que dirige la luz como una estrella.

La luz escribe emociones. Las aberturas de Ronchamp difunden los rayos como si fueran un faro; la caja de hormigón de Ando se convierte en una capilla cuando la luz atraviesa la oscuridad. Las investigaciones contemporáneas respaldan esta intuición: la «atmósfera» surge de cómo la luz, la textura, la geometría, la acústica y el orden armonizan el estado de ánimo y el comportamiento, un efecto que podemos diseñar y medir cada vez mejor.

La psicología ambiental ofrece un concepto triple para explicar por qué algunos lugares son atractivos y otros aburridos: encanto, coherencia y sinceridad. El duende no es lo mismo que estos conceptos, pero se beneficia de su interacción: cuando la coherencia es muy escasa, la grandeza se convierte en caos; cuando el encanto es muy escaso, la intensidad se pierde.

La arquitectura como rendimiento emocional

El duende de Lorca nace en la lucha viva; en los edificios, la «performance» son secuencias coreografiadas a lo largo del tiempo para los cuerpos. Pasillos que se estrechan y luego se abren, umbrales que silencian el ruido y habitaciones que permiten que la luz entre como una señal: esa es la puesta en escena. La entrada lateral y la pantalla inclinada de Ando en Ibaraki convierten una simple caja en una aparición dramática; cuando ves por primera vez la cruz brillante, no es una imagen estática, sino una línea de entrada.

Si el duende te parece un concepto poco científico, presta atención a las pruebas cada vez más numerosas: las investigaciones demuestran que la forma construida puede cambiar las emociones, la fisiología y el comportamiento; dimensiones como el encanto y la coherencia moldean de manera consistente la respuesta estética en escenarios naturales y arquitectónicos. Los nuevos proyectos prueban las atmósferas con mediciones neuronales, fisiológicas y de autoinforme, y tratan el estado de ánimo como una variable de diseño más que como un acontecimiento fortuito.

Entonces, el diseño debe ser como una actuación: escriba el ritmo (luz y sombra), elija a los actores (piedra, agua, madera, aire) y puntúe los silencios. Cuando la estructura, el orden y la percepción están en armonía, los espacios pueden transmitir duende, una profundidad que no se ve, sino que se siente en las entrañas.

7. «Wabi-Sabi» (japonés): La belleza de lo efímero.

Celebrar el envejecimiento, el paso del tiempo y el paso de los años.

Wabi-sabi es la estética japonesa que encuentra belleza en lo imperfecto, lo efímero y lo inacabado. «Wabi» expresa la modestia y la sencillez, mientras que «sabi» se refiere a la pátina silenciosa que deja el paso del tiempo, con sus marcas, arañazos y desgaste. La combinación de estos dos conceptos anima a los diseñadores a aceptar los nudos, las finas grietas y los pigmentos descoloridos por el sol de la madera no como defectos que deben eliminarse, sino como parte de la realidad del espacio.

Los científicos basan el significado de la palabra «sabi» en conceptos como «pátina rústica» y «bien envejecido», lo que supone un cambio desde su anterior significado de desolación hacia una apreciación positiva de las huellas del tiempo.

En la práctica, esto significa prestar atención a los detalles para lograr un cambio elegante: permitir que el cobre o el acero resistente a la intemperie formen capas de óxido que se cierran por sí solas; elegir superficies que puedan descolorarse de manera uniforme; y resaltar las reparaciones en lugar de ocultarlas. Por ejemplo, el acero resistente a la intemperie está diseñado para desarrollar una capa protectora de «óxido» que estabiliza y reduce la corrosión futura, lo que es un reflejo en ingeniería de la pátina del sabi. Esta capa se repara por sí sola incluso después de sufrir arañazos.

Los diseñadores también pueden inspirarse en el arte de reparar cerámica rota con laca y oro, conocido como kintsugi. Se trata de una metáfora material de la reparación interpretada como renovación en lugar de pérdida. Las instituciones que explican el kintsugi lo relacionan claramente con la aceptación de los defectos y el paso del tiempo que caracteriza al wabi-sabi.

El wabi-sabi como estética sostenible

El wabi-sabi es naturalmente compatible con el diseño circular: conservar lo que ya existe, diseñar para reparar y permitir que los materiales envejezcan con dignidad. Los marcos de economía circular hacen hincapié en la eliminación de residuos, la puesta en circulación de los productos en su máximo valor y la renovación de la naturaleza. Los arquitectos pueden expresar estos principios mediante revestimientos duraderos, planos adaptables y detalles fáciles de reparar.

Hay ejemplos de la cultura de reparación de Japón: los productos textiles boro —prendas de vestir con múltiples capas y remendadas muchas veces— se utilizan durante generaciones y, en la actualidad, se estudian y se exhiben como una artesanía creativa. Ver el remiendo no como una solución de compromiso, sino como una expresión estética, es la esencia del wabi-sabi.

A escala urbana, el respeto por el tiempo que caracteriza al wabi-sabi fomenta la reutilización adaptable en lugar de la demolición. La orientación profesional de la AIA promueve el diseño orientado a la adaptabilidad, la demolición y la reutilización de edificios y materiales. Estas decisiones conservan el carbono incorporado y mantienen legible la «historia» de los lugares, incluso a medida que evolucionan.

Ejemplos arquitectónicos de belleza imperfecta

Aproximadamente cada 20 años, el templo sintoísta más venerado de Japón se reconstruye por completo mediante una ceremonia llamada Shikinen Sengū. Esta práctica renueva la madera, transmite los conocimientos artesanales y mantiene el equilibrio entre la continuidad y la transitoriedad, lo que la convierte en un monumento viviente del concepto wabi-sabi a escala paisajística.

El jardín de paseo y los pabellones de té de Katsura materializan el ideal de una casa de té con materiales naturales, una elegancia sencilla y estancias abiertas a los cambios estacionales. La tradición sukiya-zukuri que representa esta construcción destaca la armonía rústica, la madera dejada en su estado natural y la escala íntima en lugar de la monumentalidad.

El famoso jardín seco de Kioto —quince rocas colocadas sobre grava rastrillada— invita a la vista a descansar tanto en la forma como en la ausencia. No se pueden ver todas las rocas a la vez; la ausencia está diseñada. Se trata de una lección espacial sobre la aceptación y la percepción atenta.

Los diseñadores contemporáneos utilizan el revestimiento de cedro carbonizado (yakisugi), que es resistente a la putrefacción y a los insectos, y crean una superficie elegante, o con metales de pátina honesta que registran el clima y el tacto a lo largo de las décadas, sin esconderse detrás de la perfección del plástico, permitiendo que los edificios envejezcan de forma visible.

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