En arquitectura, el espectáculo es el momento en que un edificio deja de ser solo un refugio o un medio y se convierte en una historia en la que las personas se reúnen, a veces para aprender, a veces para comprar y a veces solo para tomar fotos. Esta historia es poderosa: puede revitalizar la economía de un barrio, moldear la imagen de una ciudad y crear expectativas sobre lo que es un «buen» diseño. Pero el poder conlleva responsabilidad: cuando la imagen pasa a primer plano, la funcionalidad, la ecología y el beneficio social pueden quedar relegados a un segundo plano.
Desde el punto de vista ético, la pregunta fundamental es sencilla: cuando diseñamos para llamar la atención, ¿a quién servimos: a los ciudadanos, a los algoritmos, a la cultura o al capital? La respuesta depende del contexto. Los edificios «icónicos» pueden ser bienes públicos o tener fines de relaciones públicas; los interiores adaptados a las redes sociales pueden ampliar el acceso o reducir la experiencia al contenido. Comprender de dónde proviene la ostentación y cómo los medios la amplifican nos ayuda a decidir cuándo debemos adoptarla y cuándo debemos resistirnos a ella.
Entender el espectáculo en la arquitectura
La ostentación no es nada nuevo. Crece en el punto de encuentro entre las ciudades, el comercio y las imágenes. El mercado del siglo XIX, el pabellón de la exposición universal, la calle iluminada con neones y el atrio «instagrameable» de hoy en día son ramas del mismo árbol genealógico: espacios construidos para ser vistos, recorridos y recordados.
En el mejor de los casos, las estructuras ostentosas adquieren una función social: museos que conectan regiones, festivales que animan los parques, edificios emblemáticos que enseñan historia. En el peor de los casos, se vuelven explotadores: atajos de ingeniería que dañan a las personas o la vida silvestre, fachadas que sobrecalientan las ciudades, estructuras simbólicas que agotan los presupuestos públicos. Seguir esta línea es una tarea ética.
Los orígenes del espectáculo en el diseño urbano
El espectáculo urbano moderno es un fenómeno con profundas raíces en el siglo XIX. En París, los pasajes construidos con hierro y cristal crearon espacios interiores destinados al comercio y la exposición. Walter Benjamin interpretó estos pasajes como los lugares donde nacieron el interés del consumidor moderno y el observador errante, es decir, el flâneur. Estos pasajes, al reunir el comercio, la luz y el movimiento, dieron forma a las ciudades de manera que resultaran atractivas a la vista.

Las exposiciones universales ampliaron aún más esta lección. El Palacio de Cristal de la Gran Exposición de 1851 convirtió la tecnología en un centro de atracción, atrajo a las masas y creó una zona museística permanente en Londres («Albertopolis»). Las exposiciones normalizaron la idea de que las ciudades debían presentar el progreso industrial, nacional y cultural como un espectáculo público.
A finales del siglo XX, las carreteras de Estados Unidos y el Strip de Las Vegas dieron lugar a un nuevo lenguaje de signos y símbolos. Venturi, Scott Brown e Izenour defendían que debíamos leer la ciudad «tal y como es»: a veces, una simple caja con un letrero llamativo («cabaña decorada») comunica mejor que un símbolo en forma de edificio («pato»). Esta visión redefinió el espectáculo como un medio de comunicación, en lugar de un mero truco formal.
El papel de los medios de comunicación y la cultura visual
El concepto de «espectáculo» de Guy Debord nos advierte de que, en la vida moderna, las imágenes median las relaciones sociales y que hemos empezado a relacionarnos más con las representaciones que entre nosotros. La arquitectura también se inscribe en esta tendencia: los edificios se convierten en telón de fondo para las marcas, el turismo y la política; los ciudadanos se convierten en espectadores y creadores de contenidos.
Hoy en día, las plataformas sociales están acelerando este cambio. Las investigaciones muestran que Instagram ha transformado la forma en que las personas buscan y recuerdan los lugares, y ha llevado a los diseñadores y curadores a crear momentos «icónicos» de alto contraste que se pueden compartir fácilmente. Los museos debaten ahora entre las horas sin fotos y las políticas favorables a los selfies; el marketing urbano se basa en puntos «aptos para Instagram» que se difunden bien en el entorno online. El riesgo es un ciclo de retroalimentación en el que la visibilidad se antepone al contenido.
Los medios de comunicación no solo distorsionan, sino que también democratizan. Las investigaciones sobre la «arquitectura online eficaz» y la marca de lugar demuestran que las ciudades y los diseñadores fuera de los centros tradicionales pueden hacer oír su voz a través de los canales digitales. El reto ético consiste en utilizar la visibilidad para ampliar el acceso cultural sin permitir que los algoritmos determinen las prioridades civiles o homogeneicen la identidad local.
¿Apariencia o funcionalidad? Una distinción conceptual
Cuando la forma sigue la imagen, la física se opone a ella. El edificio 20 Fenchurch Street de Londres, conocido como «Walkie-Talkie», es famoso por concentrar la luz solar hasta tal punto que puede quemar las calles y dañar los coches; el Vdara de Las Vegas ha creado un «rayo mortal» junto a la piscina a través de su cristal curvado. No se trata de memes, sino de elementos que nos recuerdan que la óptica, el calor y el viento son cuestiones éticas de diseño, y no algo que se nos ocurra a posteriori.
Las ciudades también regulan los efectos ambientales indeseables de la ostentación. La Ley Local 15 de la ciudad de Nueva York (que entrará en vigor en 2021), reconociendo que los grandes ventanales causan la muerte de millones de aves cada año, exige el uso de materiales respetuosos con las aves en la mayoría de las fachadas de hasta 75 pies de altura. Guías profesionales y grupos de defensa publican normas sobre diseños y reflejos para reducir las colisiones. Este es un claro ejemplo de cómo las normas éticas se convierten en leyes.
La energía y el confort añaden otra dimensión. Las directrices de diseño climático del Reino Unido (por ejemplo, LETI) recomiendan proporciones de vidrio modestas y una mejor orientación para reducir el sobrecalentamiento y el carbono operativo, lo que supone un equilibrio frente a las fachadas totalmente acristaladas y centradas en la imagen. En resumen, es posible crear un espectáculo que tenga en cuenta el microclima, la biodiversidad y la energía; ignorar estos aspectos es una negligencia. La elección entre «una cabaña decorada o un pato» sigue siendo una cuestión de ética práctica: comuníquese con claridad, pero dé prioridad al rendimiento.
Proyectos icónicos y dilemas éticos
Las ciudades construyen edificios emblemáticos y megaespacios con el objetivo de cambiar rápidamente su historia para atraer visitantes, inversiones e interés. A veces esto funciona: el Guggenheim de Bilbao se convirtió en un centro de atracción cultural y contribuyó a impulsar una transformación urbana más amplia. Solo en 2023, el museo batió un récord al atraer a 1,32 millones de visitantes; numerosos estudios de impacto y reportajes periodísticos señalan que el museo ha tenido un importante efecto en el PIB y el empleo de la región vasca.
Las mismas vistas, el aumento de los alquileres, las subvenciones públicas y los costes de mantenimiento también pueden recaer sobre los residentes. Quienes critican el «efecto Bilbao» advierten de que copiar esta fórmula sin tener en cuenta elementos como la gestión local, la curaduría y la sincronización puede llevar a la decepción. En cuanto a los Juegos Olímpicos, los resultados de las investigaciones a nivel mundial son muy claros: los Juegos Olímpicos tienen el mayor sobrecoste medio de todos los megaproyectos, lo que suele provocar que los contribuyentes sigan pagando durante mucho tiempo, incluso después de que se apaguen los focos.
Tres pruebas sencillas pueden ayudar: (1) Distribución: ¿quién paga, quién se beneficia (los turistas o la población local)? (2) Sostenibilidad: ¿el proyecto sigue cumpliendo su función como edificio y presupuesto décadas después? (3) Honor: ¿Se ha tratado de forma justa a los trabajadores y vecinos durante y después de la construcción? Los siguientes casos prácticos ponen en práctica estas pruebas.
Estudio de caso: El efecto Guggenheim Bilbao
Inaugurado en 1997, el Guggenheim Bilbao combinó una forma audaz (titanio, vidrio, piedra caliza) con un programa de exposiciones cuidadosamente elaborado y un plan de renovación de toda la ciudad. Con el tiempo, el número de visitantes superó las expectativas: 1,32 millones en 2023, el mejor año del museo hasta la fecha. Los informes de impacto económico estiman que ha supuesto cientos de millones de dólares en el PIB regional anual y miles de puestos de trabajo.
El éxito generó una ola de imitaciones: las ciudades buscaron «su propio Bilbao», a veces sin tener en cuenta el coste, la adecuación cultural o la planificación a largo plazo. Los académicos documentan los subproductos fallidos o estancados y advierten que no se debe considerar la arquitectura como la solución mágica a los problemas estructurales. El riesgo ético radica en confundir una fachada llamativa con una estrategia urbana: externalizar la identidad a algo ostentoso y financiarlo con fondos públicos.
El «efecto Bilbao» no era solo un edificio; consistía en gobernanza + financiación + profundidad curatorial + sincronización. Lo que hay que imitar es el contenido (colección, colaboraciones, cultura local) antes que el diseño, y hay que empezar por una contabilidad pública transparente de los costes y los efectos secundarios. Las ciudades deben medir no solo el tráfico peatonal, sino también la asequibilidad, los ecosistemas artísticos y el bienestar de los barrios dentro de cinco y diez años.
Las fantasías verticales de Dubái y los problemas laborales
Dubái ha utilizado la altura como marca. Con sus 828 metros de altura, el Burj Khalifa sigue siendo el edificio más alto del mundo y constituye la base de una silueta que se comercializa a través de eventos, ventas minoristas y turismo. Como logro de la ingeniería, ha impulsado el diseño de edificios superaltos y ha contribuido a situar a Dubái en el mapa mundial.
Detrás de las imágenes, los defensores de los derechos de los trabajadores han documentado las continuas violaciones que afectan a los trabajadores migrantes en los sectores de la construcción y los servicios de los Emiratos Árabes Unidos: riesgo de estrés por calor, robo de salarios, deuda por gastos de contratación y lagunas en las sanciones. Existen prohibiciones de trabajar al mediodía y reformas recientes, pero los grupos defensores de los derechos humanos afirman que las protecciones son insuficientes, especialmente con el aumento de las temperaturas en verano debido al cambio climático. La situación plantea una pregunta fundamental: si los trabajadores que construyen una ciudad no reciben un salario seguro y justo, ¿puede la imagen de esa ciudad ser ética?
Los promotores y las ciudades pueden establecer normas aplicables: contratación sin costes, pago puntual mediante sistemas salariales supervisados, horarios de trabajo adaptados al clima, medidas de refrigeración y mecanismos de reclamación reales vinculados a los contratos. Los promotores públicos deben publicar auditorías independientes de la mano de obra en las grandes inauguraciones, convirtiendo el bienestar de los trabajadores en parte del estatus «icónico» del proyecto.
Estadios Olímpicos: Simbolismo, Costes y Resultados
Las sedes olímpicas se construyen para actuar en el escenario más grande del mundo. Según los registros, estas sedes superan el presupuesto más que cualquier otro megaproyecto, con un promedio del 156 % entre los Juegos Olímpicos de 1960 y 2016. Aunque algunas ciudades han logrado reconvertir estas instalaciones (por ejemplo, el estadio de Londres, que actualmente alberga al West Ham y diversos eventos), la mayoría se han enfrentado a costes excesivos o a libros de contabilidad poco transparentes (el informe de auditoría final de Tokio ha arrojado cifras superiores a las del comité organizador).
Las fastuosas ceremonias de inauguración pueden ocultar cargas a largo plazo: servicio de la deuda, subvenciones a las empresas y espacios infrautilizados (los más famosos son algunos sectores de Atenas 2004 y Río 2016). Aunque las zonas patrimoniales se desarrollen, cuando los palacios de la cultura eliminan necesidades básicas urgentes, como las viviendas asequibles, la población local puede verse confrontada con el aumento de los alquileres y los costes de oportunidad. La cuestión ética es intergeneracional: ¿quién pagará durante cuánto tiempo por un espectáculo de dos semanas?
También hay modelos contrarios. Los Ángeles 1984 se llevó a cabo en gran medida con instalaciones existentes y un nuevo modelo de patrocinio/televisión, y resultó ser un éxito; los Juegos de Barcelona 1992 se adaptaron a las mejoras costeras y de transporte que se habían planificado desde hacía tiempo (aunque los académicos siguen señalando el exceso de presupuesto y los efectos sociales mixtos). El camino práctico: primero la reutilización, si es posible el uso temporal, los registros públicos en tiempo real y un plan de legado legalmente vinculante que financie los activos de la comunidad antes de la pompa de la ceremonia.
Efectos económicos y sociales sobre las comunidades
Gentrificación y riesgos de desplazamiento
La gentrificación no es solo «nuevas cafeterías y alquileres elevados». Es un cambio concreto en cuanto a quién se queda, quién se va y quién se ve privado de oportunidades futuras. Los investigadores distinguen entre los conceptos de gentrificación (mejora del barrio) y desplazamiento (mudanza forzada o bajo presión), ya que uno puede ocurrir sin el otro; sin embargo, las inversiones públicas y la mejora de las oportunidades suelen aumentar la presión sobre los inquilinos más vulnerables. Las definiciones y análisis del Proyecto de Desplazamiento Urbano nos advierten de que debemos estar atentos no solo a las grúas de construcción, sino también a los riesgos de movilidad y exclusión.
Las investigaciones a gran escala han encontrado indicios mixtos, pero reales, de estrés entre los inquilinos de bajos ingresos. En Filadelfia, los estudios sobre las calificaciones crediticias revelaron que algunas poblaciones de las zonas en proceso de gentrificación tenían tasas de mudanza más altas, pero los resultados generales variaban según el barrio y la población. Las inversiones en transporte y clima pueden tener efectos migratorios pequeños pero medibles —por lo general, entre el 1 % y el 2 %— en los hogares con ingresos muy bajos, lo que demuestra que las mejoras «verdes» pueden desplazar a los más pobres si no se toman medidas de protección.
Las ciudades que combinan nuevas inversiones con políticas de prevención del desalojo tienen más éxito: fundaciones comunitarias de terrenos que garantizan viviendas asequibles permanentes; normas inclusivas o de captura de valor (ETOD) que financian viviendas por debajo del precio de mercado cerca del transporte público; y acuerdos de beneficios comunitarios (CBA) que hacen que el empleo local, las viviendas con alquileres estabilizados y el apoyo a las pequeñas empresas sean viables, en lugar de un objetivo. Las guías obtenidas del Urban Institute, SANDAG y conjuntos de herramientas universitarias/jurídicas ofrecen plantillas y listas de verificación que se pueden incluir directamente en las solicitudes de propuestas y los acuerdos de desarrollo.
La ilusión del interés público
Los megaproyectos suelen presentarse con promesas brillantes de empleo, crecimiento y oportunidades «a nivel mundial». Sin embargo, los estudios independientes sobre las subvenciones a estadios y recintos deportivos demuestran de forma sistemática que los beneficios económicos netos para las ciudades anfitrionas son muy escasos o nulos. El análisis de políticas de 2023 y los estudios bibliográficos a largo plazo han llegado a la conclusión de que, teniendo en cuenta los efectos de sustitución y los costes de oportunidad, estas instalaciones son malas inversiones públicas. Si su argumento a favor de la subvención es que «se amortizará por sí sola», la carga de la prueba es elevada y rara vez se cumple.
Los gastos fiscales, la pérdida de valor de los terrenos y los contratos comunitarios débiles están provocando la desaparición de los beneficios, especialmente cuando no se dispone de un análisis independiente de costes y beneficios, una contabilidad pública en tiempo real y un mecanismo de reembolso cuando no se obtienen los resultados prometidos. La solución es contractual y cuantificable: contratos comunitarios que incluyan entregas (unidades, salarios mínimos, diversidad de proveedores) y plazos, así como paneles de indicadores públicos para que los residentes puedan seguir los avances.
Antes de dejarse deslumbrar por el diseño, plantee tres preguntas: Distribución (quién paga/quién se beneficia), Sostenibilidad (¿puede funcionar sin subvenciones ocultas?) y Honor (normas laborales, protección del barrio). Si alguna de las respuestas es ambigua, es probable que el «beneficio público» sea una estrategia de marketing y no una política. Utilice estas pruebas como filtro para las compras y las aprobaciones urbanísticas, no para hacer declaraciones a la prensa después de los hechos.
Diseño centrado en el turismo y necesidades locales
Los alquileres a corto plazo (STR) reducen la oferta al convertir las viviendas en habitaciones de hotel. Según un estudio ampliamente citado, un aumento del 25 % en los anuncios de Airbnb eleva los alquileres y los precios. Aunque este aumento es pequeño en términos porcentuales, tiene un impacto significativo, especialmente en ciudades con una baja tasa de ocupación por parte de los propietarios. Por ello, muchos lugares regulan los STR no solo en el marco de la gestión turística, sino también como parte de la política de vivienda.
Las políticas están pasando de «crecimiento a cualquier precio» a «equilibrio de visitantes». Barcelona planea cancelar todas las licencias de apartamentos turísticos para devolver ~10 000 unidades a los residentes antes de noviembre de 2028. La ciudad de Nueva York exige el registro STR en su Ley Local 18 e impide que las plataformas procesen alojamientos no registrados; Venecia ha probado la aplicación de una tasa de acceso para visitantes de un día con el fin de gestionar las cargas intensas; Ámsterdam limita el crecimiento hotelero y restringe los alquileres vacacionales en el marco de su programa «Ciudad Equilibrada». Ninguna de estas medidas es una solución mágica, pero juntas permiten armonizar el diseño y el funcionamiento con el bienestar de los residentes.
Los arquitectos y urbanistas pueden presionar para obtener resúmenes con prioridad para los residentes: limitar las plantas bajas a «souvenirs totalmente de cristal» en favor de los servicios cotidianos; diseñar flujos de visitantes que no ocupen las aceras (colas, sombreado, saneamiento); e incluir contribuciones residenciales en sus proyectos objetivo. Los impuestos turísticos pueden destinarse a financiar servicios residenciales y vecinales. Por ejemplo, Cataluña tiene previsto destinar al menos el 25 % de los ingresos recaudados a medidas residenciales relacionadas con los efectos del turismo excesivo. Las guías internacionales de la ONU Turismo/UNESCO y sus redes de ejecutores catalogan docenas de herramientas que los planificadores pueden integrar en los sitios y barrios, desde entradas temporales hasta planes de capacidad de transporte del barrio.
El papel del arquitecto: ¿visionario o servidor?
Los arquitectos son contratados por su imaginación y su deber de diligencia. El Código Ético del AIA enmarca sus obligaciones para con el público, los clientes, los colegas, la profesión y el medio ambiente, y recuerda a los diseñadores que la creatividad no puede eclipsar la dignidad o la seguridad humanas. Del mismo modo, el Código del RIBA se centra en la honestidad, la competencia y las relaciones transparentes. En la práctica, la «visión y el servicio» no son una encrucijada, sino un equilibrio que los arquitectos deben mantener en cada proyecto.
Las comisiones actuales suelen ir acompañadas de objetivos de marca urbana, narrativas políticas o presiones mediáticas propias de la era de las plataformas. Movimientos como Architects Declare defienden que las agencias profesionales deben utilizarse para servir a los objetivos climáticos y de biodiversidad, cambiando el valor predeterminado de «objeto icónico» a «resultado renovador». No se trata solo de crear una historia llamativa, sino de establecer objetivos sociales y medioambientales medibles y comprometerse a cumplirlos.
De la codicia a la responsabilidad.
El concepto de ética no es abstracto: se manifiesta en los proyectos que los arquitectos rechazan diseñar (por ejemplo, la prohibición de la AIA de diseñar cámaras de ejecución y celdas de aislamiento prolongado), en cómo llevan a cabo su participación y en si evalúan o no los edificios una vez inaugurados (una vez puestos en uso). Sin mecanismos de rendición de cuentas que continúen después de la ceremonia de inauguración, la visión no tiene sentido.
Ética en proyectos importantes con comisiones
Los proyectos importantes combinan dinero, interés y riesgo. Las normas éticas establecen claramente que los arquitectos deben proteger los derechos humanos y el interés público, incluso cuando los objetivos del cliente se centran en la imagen o son políticamente delicados. Las últimas normas de la AIA prohíben expresamente a sus miembros diseñar espacios destinados a la ejecución, la tortura o el aislamiento prolongado. Este es un ejemplo de cómo se establece un límite ético claro en las relaciones con los clientes.
Los trabajos de alto perfil realizados en entornos de alto riesgo plantean el problema del «límite del alcance»: ¿la responsabilidad termina en el tablero de dibujo? Los debates públicos en torno a los estadios de la Copa del Mundo en Catar y las noticias sobre la muerte de trabajadores migrantes han impulsado un debate sobre la profesión, independientemente del cumplimiento de la normativa, en lo que respecta al poder de influencia y la diligencia debida. Aunque el diseño no sea la causa directa, la decisión de continuar (o no) es un acto ético.
Incluya normas en los contratos: cláusulas de protección de los trabajadores, auditorías independientes y derecho a suspender el trabajo en caso de incumplimiento. Utilice marcos publicados para centrar la equidad y la dignidad en el proceso de toma de decisiones (por ejemplo, el Marco de Excelencia en el Diseño de la AIA: Diseño para Comunidades Equitativas). Publique todo lo que pueda, como objetivos, auditorías y conclusiones de la POE, para que los beneficios y los perjuicios sean visibles más allá del comunicado de prensa.
Arquitectura, ego y edificios emblemáticos
La «arquitectura estrella» puede catalizar la inversión y la identidad, pero los estudios advierten contra el tratamiento de los iconos como atajos económicos. Los trabajos en el ámbito de la teoría urbana y la creación de marcas muestran que la arquitectura emblemática, a menos que esté vinculada a estrategias civiles más amplias, suele servir más a los relatos de consumo y a la movilidad de las élites que a la vida cotidiana.
Algunas empresas dan prioridad a la atención al detalle por encima de la ostentación y siguen marcando la pauta a nivel mundial. El Hospital Regional de Butaro, diseñado por MASS Design Group, utilizó ventilación pasiva, materiales locales y mano de obra local cualificada para reducir el riesgo de infección y obtener beneficios económicos. Este tipo de arquitectura «silenciosa» va más allá de los rascacielos de silueta puntiaguda, ya que los resultados hablan más que la forma.
Últimamente, las culturas de premios premian cada vez más la adición en lugar de la destrucción y los valores sociales (por ejemplo, la actitud de «nunca destruir» de Lacaton & Vassal, reconocida por Pritzker). La señal es clara: los trabajos emblemáticos se miden no solo por los titulares, sino también por el carbono evitado, las comunidades protegidas y las viviendas mejoradas.
Responsabilidad en las narrativas urbanas
Los proyectos icónicos no solo cambian el perfil de la ciudad, sino que también dan forma a su identidad. Las investigaciones sobre «edificios icónicos en construcción» muestran cómo los actores poderosos utilizan los proyectos como artefactos identitarios aspiracionales en los debates públicos. Para mantener la honestidad de este discurso, los arquitectos necesitan métodos participativos que compartan no solo la audiencia, sino también la autoría.
La obra clásica de Sherry Arnstein, «La escalera de la participación ciudadana», distingue entre la participación simbólica y el reparto real del poder. Los equipos de diseño pueden ponerlo en práctica mediante reuniones informativas conjuntas sobre el diseño, jurados formados por residentes de la zona y beneficios sociales aplicables (no objetivos). A continuación, valide los resultados mediante la evaluación posterior al uso (POE) y los aterrizajes suaves incluidos en la fase 7 del plan de trabajo del RIBA.
Adopte marcos que alineen la retórica del diseño con resultados tangibles: El Marco de Excelencia en el Diseño de la AIA (igualdad, bienestar, energía, recursos) y la Fase 7 de la RIBA, que hace hincapié en las lecciones aprendidas (POE), crean un ciclo en el que las comunidades pueden ver si el edificio cumple lo prometido y los arquitectos pueden corregir el rumbo. De esta manera, la visión gana confianza.
Cuestiones medioambientales y de materiales
Diseño intensivo en recursos y compromisos de sostenibilidad
Cuando un edificio es deslumbrante, suele ocultar una larga cadena de emisiones. El carbono del ciclo de vida completo incluye las emisiones «previas» derivadas de la producción y el transporte de los materiales, así como de la construcción del proyecto, además de las fases de «uso» y «fin de vida». En la práctica, los diseñadores realizan un seguimiento de estas emisiones utilizando los módulos EN 15978 (A1-A5 para productos y construcción, B para uso y C para fin de vida útil). Saber dónde se producen las emisiones le ayuda a elegir formas y materiales más inteligentes en la fase inicial, que es cuando los cambios son más importantes.
Las formas llamativas —consolas gigantes, cristales de doble curvatura, atrios ultraelevados— suelen requerir una gran cantidad de materiales de alto impacto. Las fachadas son un gigante silencioso en esta historia: los revestimientos con predominio de cristal pueden contribuir con cientos de kilogramos de CO₂e por metro cuadrado de fachada, y las altas proporciones de cristal suelen aumentar también las cargas de refrigeración. Por otra parte, la elección de los materiales también es importante: la producción de una tonelada de aluminio primario genera una media de ~15,1 tCO₂e, mientras que el aluminio reciclado (ciclo cerrado) genera ~0,52 tCO₂e, un valor mucho más bajo. A esto hay que añadir la logística: el transporte aéreo de un panel de cortina especial puede requerir una intensidad de carbono ~50 veces mayor por tonelada-km que el transporte marítimo.
Mantenga las fachadas honestas: utilice vidrio del tamaño adecuado (en lugar de un aspecto totalmente acristalado, utilice sombreado, ventilación y luz natural) y opte por tipos de acero y hormigón con bajas emisiones de carbono. Solicite a los proveedores declaraciones medioambientales de producto (EPD) y dé prioridad a los elementos reutilizados, los metales reciclados y las mezclas con menor proporción de cemento. Las herramientas de circularidad, como los pasaportes de materiales del proyecto BAMB de la UE o plataformas como Madaster, hacen que el desmantelamiento y la reutilización futuros sean una realidad y no una quimera.
El coste de carbono de las construcciones arquitectónicas ostentosas
A medida que las redes se descarbonizan y los edificios se vuelven más eficientes, el efecto de «pago inicial» único derivado de la estructura y la fachada exterior se hace aún mayor. WorldGBC estima que, en la actualidad, aproximadamente el 11 % de las emisiones globales provienen del carbono construido y que, si no cambiamos de rumbo, más de la mitad de las emisiones totales procedentes de las nuevas construcciones globales entre 2020 y 2050 podrían producirse por adelantado. Esta realidad convierte los gestos «puntuales» emblemáticos en compromisos a largo plazo, a menos que se diseñen de otra manera.
La ambición requiere presupuesto. La iniciativa RIBA 2030 Climate Challenge establece objetivos concretos y orientados a resultados en materia de intensidad de carbono (por ejemplo, menos de 750 kgCO₂e/m² para las nuevas oficinas para 2030), lo que obliga a los equipos de diseño a considerar el carbono como un coste, una prueba y un valor. Estos objetivos son compatibles con llamamientos más amplios para reducir las emisiones concretas mucho antes de mediados de siglo (por ejemplo, Architecture 2030).
Los techos de gran luz, las vigas gigantes y las amplias paredes acristaladas suelen multiplicar por varias veces la masa de acero, hormigón y fachada. Estas elecciones tienen un efecto dominó: más estructura, más revestimiento y más transporte. Mantener las luces eficientes, dividir los grandes movimientos en módulos repetibles y optar por contenidos de origen biológico o reciclados puede preservar la arquitectura expresiva sin aumentar la huella ecológica. (Como perspectiva: la madera utilizada con cuidado puede almacenar carbono en el edificio durante décadas y, al mismo tiempo, sustituir a los materiales con alta intensidad de carbono).
¿Pueden las gafas ser respetuosas con el medio ambiente?
Algunos de los proyectos «espectaculares» que más llaman la atención del público son las transformaciones: conservar la estructura y rediseñar las funciones internas. Estudios sólidos demuestran que, desde el punto de vista medioambiental, suele ser más ventajoso reutilizar los edificios que demolerlos y reconstruirlos. Historic England afirma que las obras de renovación reducen significativamente las emisiones durante todo el ciclo de vida hasta mediados de siglo, mientras que el estudio «El edificio más ecológico» de National Trust revela que la reutilización «casi siempre» supone un ahorro en comparación con la nueva construcción. Convierte el espectáculo en la historia de lo que has salvado.
El Centro de Deportes Acuáticos de París 2024 muestra cómo puede comportarse un recinto principal: su techo catenario de madera de 89 metros y uno de los mayores paneles solares sobre edificios de Francia reducen las cargas de uso, y el recinto está diseñado para una larga vida comunitaria después de los Juegos, de modo que el carbono producido previamente sirva durante más años y a más personas. En general, los Juegos se basaron en espacios existentes/temporales para evitar la construcción excesiva.
Establezca un presupuesto de carbono para el ciclo de vida a corto plazo; utilice formas pasivas (orientación, masa, sombreado) en lugar de soluciones mecánicas; limite el uso de revestimientos de vidrio donde lo permitan el confort y la normativa; especifique aluminio reciclado en lugar de hormigón primario con alto contenido de GGBS/SCM y acero de bajo carbono verificado; y registre el pasaporte de materiales, para que el símbolo de hoy se convierta en la biblioteca de piezas del mañana. Cuando el arte se centra en ampliar la paleta en lugar de reducirla, el espectáculo puede ser más ligero, más bello y, de forma cuantificable, con menos emisiones de carbono.
Hacia un futuro arquitectónico más ético
Redefiniendo el éxito más allá de la visibilidad
Considere la evaluación posterior al uso (POE) y el plan de uso/enfoque de aterrizaje suave no como algo «que estaría bien tener», sino como entregables básicos. Esto significa reservar tiempo y presupuesto para las rondas de retroalimentación de la Fase 7, supervisar el rendimiento real de los espacios para los usuarios (comodidad, accesibilidad, seguridad) y cerrar la brecha entre el objetivo del diseño y la realidad operativa. Las guías del Plan de Trabajo y el Plan de Uso de RIBA, junto con el marco de aterrizajes suaves del sector (incluido el programa de aterrizajes suaves del gobierno), formalizan esta transición de imágenes a resultados medibles.
Añada criterios centrados en las personas, además de la energía y los costes: empleo local, suministro inclusivo, mejoras en el acceso, ahorro de tiempo para los cuidadores y seguridad percibida. La guía de valor social del Consejo de Edificios Verdes del Reino Unido y la guía de resultados sostenibles (ocho objetivos claros y medibles) del RIBA ofrecen formas prácticas de definir los valores fundamentales y verificar los beneficios a través de la POE, en lugar de las afirmaciones de marketing. Los clientes públicos pueden incluir esto en las licitaciones a través del Modelo de Valor Social del Reino Unido (PPN 06/20 → actualización de 2025 PPN 002), que exige una evaluación clara del valor social en las adjudicaciones.
Visualice los criterios operativos de energía (EUI), carbono concreto y resiliencia. Establezca objetivos en materia de energía, agua, recursos, equidad y salud utilizando el Marco de Excelencia en el Diseño de la AIA; a continuación, informe sobre los avances a través de programas como el Compromiso AIA 2030, que publica datos de rendimiento a nivel de cartera y orienta a las empresas hacia reducciones verificadas.
Estructuras simbólicas creadas bajo el liderazgo de la comunidad y diseño participativo
Vaya más allá del asesoramiento y comparta la autoridad conjunta. Utilice escalas y espectros de participación probados (Arnstein; IAP2) para determinar de antemano el nivel de impacto y adopte los principios de justicia en el diseño para garantizar que los procesos «den prioridad al impacto en la comunidad por encima de la intención del diseñador». Convierta esto en tiempo compensado, reuniones accesibles y fases de toma de decisiones conjuntas incluidas en el alcance.
Las Granby Four Streets de Liverpool están gestionadas por una fundación de terrenos comunitarios junto con Assemble y muestran cómo la gestión compartida puede revitalizar las viviendas y la vida pública. Este proyecto está ganando reconocimiento más allá de los círculos de la arquitectura. Superkilen, en Copenhague, reúne objetos e historias recopilados junto con los residentes locales. Esto constituye un modelo eficaz, aunque no perfecto, de creación multicultural conjunta y su política.
Facilite la participación estructural con herramientas que documenten las decisiones y los beneficios: SEED Evaluator (para resultados sociales, económicos y medioambientales) y el conjunto de herramientas de diseño colaborativo P.ACT del MIT D-Lab ofrecen métodos paso a paso que los equipos y las comunidades pueden aplicar conjuntamente. Para proyectos a gran escala, combine la presupuestación participativa o los acuerdos de beneficio social para establecer compromisos en materia de educación, precios asequibles y espacios públicos de forma viable y supervisable.
La enseñanza de la ética en la formación en arquitectura
La acreditación ya está a la vanguardia: los Criterios para Estudiantes de la NAAB exigen una comprensión de la ética profesional en la formación práctica, mientras que la Carta UNESCO-UIA requiere actuar con conciencia sobre la filosofía, la política y la ética de la arquitectura, así como con conocimientos sobre los sistemas medioambientales. Los programas deben demostrar no solo la intención, sino también el aprendizaje, a través de rúbricas, estudios de casos y exámenes reflexivos.
Haga que cada estudio sea responsable ante un POE de un grupo anterior o un socio real. Incluya tareas de «plan de uso», pruebas de usuario y módulos de diseño basado en la evidencia; envíe a los estudiantes a los barrios como investigadores auxiliares; y evalúe los proyectos no solo desde el punto de vista formal, sino también en cuanto a sus consecuencias sociales y climáticas. La formación en Diseño de Interés Público y los métodos SEED apoyan este cambio para que los estudiantes puedan aplicar principios éticos participativos y verificables antes de obtener su título.
Las normas éticas de la AIA y la RIBA ya prohíben causar daños y exigen servir al público; las últimas actualizaciones de la AIA abordan incluso el diseño de espacios destinados a la ejecución o la tortura. Incluya estas normas en las críticas y los contratos, pregunte quién se beneficia y quién asume el riesgo, y evalúe las carteras no solo desde el punto de vista estético, sino también en función de cómo los proyectos promueven la salud, la igualdad y la descarbonización.